Un Cuento de Reyes para los reyes del hogar

Comencé el cuento...
Los niños con su vonciglería no me permiten pensar.
¿Cómo empiezo? Tengo en mente el bosquejo de árboles encantados que en vez de frutos, susurran las más fantásticas melodías.
Pienso en horizontes que terminan en el espacio de la nada... la nada... ¡Ah!, es un espejo mágico y yo soy una bacteria.
Continúan los gritos. Los niños no se ponen de acuerdo sobre quién será el primero que abra sus regalos. Lo resuelven a su manera: ganará el que grite más y mejor.
Y era un mundo en el que no podía haber nada... nada... ¡Ah! ¡Cómo que nada!
Había todos los ogros del mundo que se engullían a estos pequeños monstruos y entonces el mundo volvía a ser un buen lugar para vivir.

Recomendaciones a tomar en cuenta... ¡Siempre!
Comparte todo.
Juega limpio.
No seas mal hablado.
Exprésate siempre con propiedad.
No lastimes a las personas.
Pide perdón cuando hieras a alguien.
Nunca retes a tus padres.
Siempre pide las cosas con una sonrisa.
Cuando hables con una persona mírala a los ojos.
Nunca andes con rodeos, camina de frente.
Nunca pierdas las ilusiones.
Esfuérzate por alcanzar tus sueños.
No olvides dar las gracias.
Sé siempre atento.
Acuérdate de Dios cada mañana.

Toma cualquiera de estos puntos y aplícalos al complicado mundo de los adultos y a tu vida personal, y a tu escuela. Piensa qué clase de mundo tendríamos si todos siguiéramos estos preceptos.

¡Feliz día de Reyes!...