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Nombre: Mr. Woodstock
Ubicación: México, Distrito Federal, Mexico

Escritor, Publicista, Consultor, Aventurero, Alegre, Amigable, Filósofo.

viernes, marzo 27, 2009

Tiempo de conversión.

Actualmente, en nuestra cultura se habla poco del pecado. Conceptos como éste, en medio de nuestro lenguaje técnico, moderno, parecen superados. El hombre es un ser adulto sensato; él tiene el control de su vida. Dios pasó de moda. El significado de "bien" o "mal" son subjetivos; dependen de cada quien.
Y, sin embargo, cuando nuestra técnica no parece resolver nuestras aspiraciones más profundas, cuando nuestra modernidad no responde a lo que sabemos que "debería ser", cuando parecemos perder el rumbo como individuos e, incluso, como sociedad, nos parecen tan familiares los sentimientos y las experiencias que la Sagrada Escritura y la liturgia cristiana nos presentan cuando hablan de la necesidad irrevocable de que el hombre cambie su destino.
Porque es innegable la responsabilidad que nuestra propia dignidad de seres humanos nos da, y la frágil línea que nos separa de las personas que, sabemos, deberíamos ser y las que somos, existe este tiempo de Cuaresma, como una invitación seria a entrar en nosotros mismos, a descubrir y abandonar aquellas actitudes que van en contra de nosotros mismos y quienes nos rodean.

La Cuaresma es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
"Todavía es tiempo, dice el Señor".
(Profeta Joel, 2, 12)

jueves, marzo 26, 2009

Pepegramas

Gatos.
Los gatos de la ciudad guardan las uñas entre humo de cigarros y dan caricias ocultas entre alcoholes. Retozan en bares y la noche les diseña la silueta.
Auténtico refugio la soledad de un gato; su presencia en la barra es igual que la de otros; la diferencia está escondida entre sus garras.
Lo que el gato no sospecha es que al final de su cacería, una hembra de movimientos sensuales abrirá el abismo que le perderá para siempre en la rutina. Será golpeado por placer, por naturaleza. Sin embargo, desollado caminará por las calles, buscará otro bar donde incendiar su derrota y su rito gatuno tendrá la melodía perfecta para atrapar la ausencia. Su lengua, ávida, se deslizará por encima de una copa, cuidando de no delatar la desolación casi traslúcida de su piel y sus heridas.
Va de nuevo, acompañado, sabiendo que al amanecer su transformación será un acto inevitable. Quizá definitivo. Y, un día, por vez primera, abandonará el disfraz sobre el tejado, la hembra adormecida, el fuego de sus ojos para callar el instinto que le envejece cuando la noche es el pretexto de su vacío.
Mirando un gato la soledad crece.

Silueta gatuna.
Un gato no es más que eso: un gato.
Y, sin embargo, imperceptible, todas las noches se esconde bajo su sombra.
Un gato, entonces, no es más que eso: una sombra nocturna que, a veces bien mirada, parece un gato.

Miaaauuu

¡Hasta la próxima!...