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Nombre: Mr. Woodstock
Ubicación: México, Distrito Federal, Mexico

Escritor, Publicista, Consultor, Aventurero, Alegre, Amigable, Filósofo.

jueves, mayo 21, 2009

La dichosa palabra

Estratosférico
Lo estratosférico es lo que se encuentra muy, pero muy por arriba de nosotros, fuera del alcance de todos los que tenemos los pies en la tierra, y normalmente equivale a aquello que se eleva por los aires -como el euro, que ha estado por las nubes en los últimos meses, casi en la estratosfera-
¿Y dónde está la estratosfera? Pues allá arriba, en la atmósfera; de hecho, es la capa situada, aproximadamente, entre los 12 y los 100 km. de altura, la cual filtra las radiaciones ultravioleta del sol, gracias a que en ella se encuentra la capa de ozono.
Ahora bien, la palabra estratosfera proviene del latín status, participio de sterno, que quiere decir "extender", y del griego sfaira. Por ello es que, aunque el diccionario la defina sólo como la zona superior de la atmósfera, nosotros, en el habla coloquial, la empleamos para adjetivar cosas o situaciones que consideramos más allá de lo que podemos conseguir con sólo estirar nuestros brazos.
Y como este artículo busca ser todo, menos estratosférico, hasta aquí con esta palabrota de altura.

Chinguetas
Adjetivo que se aplica a la persona sobresaliente, impecable o excelente en lo que hace; a diferencia de chingón, normalmente a la expresión se le otorga un matiz de sorna, por lo que a menudo recae en quien alardea mucho y hace, o es, más bien poco:
>>Te crees muy chingón, ¿no?<<

¿Quién lo dijo?
"Si no puedo dibujarlo, es que no lo entiendo."
Albert Einstein
"My english is not very good-looking."
Celia Cruz


¡Hasta el próximo!...

jueves, mayo 14, 2009

Un Minuto

¿Te has puesto a pensar -dijo mi padre mirando fijamente su viejo reloj- que cada minuto que pasa se convierte en historia? Tuya, mía, del mundo. Que digo del mundo, del universo. Es cuando tiene uno plena conciencia del valor del tiempo, de lo poco que he hecho y de lo mucho que me falta por hacer.
Una de las cosas que no he hecho y quiero hacer es escribir la historia de un minuto. ¿Me entiendes? O sea, lo que pienso en un minuto. Escribir así, sin detenerme a analizar lo que estoy escribiendo; sin poses ni rebuscamientos, como un diálogo con un viejo amigo; un diálogo con todo ser viviente, como si estuviera en la tribuna del mundo. Latir conscientemente al ritmo del universo. Poder retener en una hoja de papel mis pensamientos segundo a segundo, al igual que un pintor captura en una pincelada un rayo de luz.
Guardó silencio, mientras mecánicamente daba cuerda a su reloj, con la mirada perdida y una leve sonrisa en los labios; tal vez recordando la historia de algún minuto agradable. Guardó su reloj y se alejó con el paso cansado de los viejos.

Poco tiempo después murió mi padre sin cumplir sus deseo, el cual heredé junto con el viejo reloj. Pero cada vez que lo intento, me doy cuenta de por qué no lo hizo; de lo difícil que es encontrar tiempo, tranquilidad y estado de ánimo para escribir sin tema preconcebido; lo que llegue, sea grande o pequeño. Cuánta importancia adquiere entonces cada instante, cuando se pone uno a pensar que todos los grandes momentos en la vida de los hombres se han iniciado y terminado en parte de un minuto; en fracciones de segundo, que cambiaron por completo la vida de pueblos enteros. Segundos vitales y mortales, como los que vive un condenado a muerte, con la horrible incertidumbre de que cada segundo que pasa se aproxima el final, el instante en que el verdugo termine con la vida del condenado y se inicien otras bajo diferentes formas.

Cualquier día lo hago. Tengo que hacerlo, tengo que detener el tiempo en un pedazo de papel. Hablar libremente como se le habla a un amigo, preguntarle al Creador el por qué de ese incesante hacer y deshacer de esta cadena de minutos, cuál fue el primer minuto y cuál será el último y para qué.
Tengo que hacerlo. Tengo que escribir lo que piense en un minuto. Puede ser la respuesta a todas las preguntas.
Tic, tac...
In memoriam
14-05-1927/04-04-2002

Jénico.

sábado, mayo 02, 2009

Réquiem por la Influenza

Las noticias apocalípticas, la psicosis colectiva, la crisis económica y, de postre, un temblor, provocaron en los chilangos un estado de pánico.
El contagio, la última frontera. El terror a la infección, a formar parte de la masa enferma y condenada. Sólo la resistencia al contacto, aun en sus formatos más placenteros, parece dar una salida: ¡El planeta será de los hipocondriacos!
A propósito, de ventilar espacios y evitar la exposición a contaminantes ambientales, escribiré, sólo por escribir, algo que léi por ahí:
"La tía Pita murió, literalmente, de un pedo. Pero no por exteriorizar la flatulencia, sino por guardarla. Dicen que la tía Pita era una vanidosa que ni en absoluta soledad permitía que su bello cuerpo emitiera olores desagradables. Dicen que la tía Pita nunca liberó un solo gas intestinal y un día se contuvo tanto que se le asfixió el corazón y se murió".
La tía Pita y otras muertes no ordinarias, de Victoria haro.

La frase del Día: "Los declaro marido y mujer. Ya puede besar a la novia".
... Y vivirán felices hasta que la infuenza los separe.


Ya me cansé de usar cubre bocas, por eso he decidido: No ser bozal de nadie.

Jénico.

Carpe Diem: ¡Gocen mientras vivan!