Todos tenemos años
de experiencia y la profunda y sincera esperanza de tener el
potencial para trascender en esta vida. Pero si queremos vivir una vida que
refleje plenamente nuestra expresión personal, debemos admitir nuestras
vulnerabilidades y reconocer nuestras malas acciones. Por
eso, no nos preocupemos si somos personas con reducido o amplio talento;
ocupémonos por dar más, por dar lo mejor que tenemos, sin importar lo reducido o
vasto que sea. Seamos conscientes de
nuestras limitaciones, pero sin olvidar lo que podemos ser.
Los buenos hábitos adquiridos en nuestra vida son los que marcarán la diferencia, los que
nos ayudarán a transformarnos en mejores individuos, en mejores profesionales. Ser un triunfador dependerá de nuestro propio
esfuerzo. Pero recordemos que:
No hay crecimiento sin sacrificio,
disciplina y control de sí mismo.
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