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Nombre: Mr. Woodstock
Ubicación: México, Distrito Federal, Mexico

Escritor, Publicista, Consultor, Aventurero, Alegre, Amigable, Filósofo.

jueves, agosto 27, 2015

¿Cuántos de ustedes sienten verdadero orgullo por su trabajo?
¿Cuántos de ustedes piensan que, cada proyecto, por insignificante que parezca, debe ser realizado con el máximo de esmero y esfuerzo? ¿Cuántos de ustedes le tienen verdadero cariño a su profesión y por lo tanto cada “plumazo”, cada trabajo, cada proyecto en el que se sumergen lo demuestra plenamente? Lo importante no es trabajar, sino producir y disfrutar el fruto de nuestro esfuerzo.
Una de las razones por la que nos rendimos, es porque miramos el largo camino que nos queda por andar, en vez de voltear a ver todo lo que ya hemos recorrido. Debemos alegrarnos por lo que sí hemos logrado; felicitarnos y animarnos por eso. Creer en uno mismo no es una actitud de soberbia, por el contrario, nos ayuda a construir una autoestima sana e indestructible.
¡Seamos nuestra mejor carta de presentación! 
 
Hoy debe ser un buen día… hoy me va a ir bien. Nunca olvides que tú controlas tu propia vida. Alégrate de regresar al trabajo. Aprovecha al máximo tus horas laborales. No te compares con los demás, las personas que lo hacen tienden a la melancolía. Sé menos crítico. Toma tu tiempo. No trates de hacer todo a la vez. Mejora tu sentido del humor. Sonríe más a menudo, a más personas. Al final de la jornada, regresarás con la satisfacción de haber cumplido lo que te propusiste:
¡Tener un buen día!

viernes, agosto 21, 2015

Irremediable
La misma brisa que me hizo sentir frío minutos antes, arrastraba una hoja de papel. Me detuve para contemplar con que lentitud se acercaba el objeto hacia mí. Para ello, hubo necesidad de que en el recorrido hiciera un viraje caprichoso, lo cual convertía el detalle en una casualidad sorprendente. Como lo esperaba, el papel llegó directo a mis pies. Se posó un instante, de inmediato clavé mi mirada en búsqueda de cualquier cosa que pudiera entenderse como un mensaje, como una señal al menos. Una nueva ráfaga sacudió el papel, lo hizo girar de tal forma que dejó ver ambas caras en blanco… vacías. Sentí una especie de descontento que, al reanudar mi caminar, no desapareció del todo.
Viajeros
Arriba, el jet iba marcando cuatro delgados caminos blancos que se disolvían como efímeras estelas sobre el mar oscuro del espacio. Adentro, dos hombres hablaban de fantasmas. El del lado de la ventanilla dijo que no creía en patrañas y se durmió. Unos ligeros toques, por fuera del cristal, lo despertaron. Volteó hacia su compañero para preguntarle si había escuchado lo mismo, pero éste ya no estaba. La aeromoza le informó que aquel asiento no había sido ocupado durante el vuelo y le mostró el cinturón de seguridad sin desabrochar. Pensó entonces que había sido un sueño y se volvió a dormir. Varios toques lo volvieron a despertar. Se atrevió a mirar por la ventanilla y vio cómo su compañero de conversación, con una maliciosa sonrisa en los labios, le decía adiós, desde afuera, mientras se desvanecía en el espacio.
 
El perro, el mejor amigo del hombre, tiene un privilegio sobre todos los demás animales, un rasgo que le caracteriza, y es ese movimiento de cola tan expresivo, tan profundamente honrado. Esta seguridad de tierna amistad y devoción por parte del perro, es mil veces más segura que las reverencias que cambian los hombres en señal de cortesía. Lo que me hacía tan grata la compañía de mi perro, era su disposición de compartir todo conmigo. Sí, mi perro era alegre como el amanecer.
Definitivo… El mejor amigo del hombre es como medicina, pero sin efectos secundarios.
 
 
 
 

jueves, agosto 13, 2015


SI PUDIERA…
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de ser más humano.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería menos dramático de lo que he sido,
me tomaría la vida más ligera.
Sería menos obsesivo.
Miraría menos y observaría más.
Miraría menos televisión y caminaría más.
Disfrutaría más los fines de semana.
Trabajaría menos y conviviría más con los amigos.
Me dejaría de preocupar, tomaría menos vitaminas
y bebería más vino.
Si pudiera volver a vivir platicaría más con mis padres,
y menos con la computadora.
Escucharía más a mi Hijo y menos las noticias.
Si pudiera volver el tiempo amaría, más que querer, a mi pareja.
Yo he sido una de esas personas que ha vivido
para el trabajo cada minuto de su vida; claro que
he tenido momentos de alegría, pero si pudiera volver atrás,
trataría de tener solamente buenos momentos.
Viviría para vivir.
Por si no lo sabes, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
JENICO
 
(Inspirado en un texto de Jorge Luis Borges: “Instantes”).

 

martes, agosto 11, 2015

Contradicción
La mayoría le tememos a la muerte, pero algunos la desean y la anhelan tanto que se convierten en suicidas; para ellos la vida pierde todo sentido. La diferencia entre una muerte natural y una voluntaria es que los que se matan saben de antemano la hora, el lugar y cómo van a morir. Tal vez en algún momento todos hemos sentido la tentación de terminar con nuestra existencia; cuando estamos enfermos y abatidos, o bien cuando todo lo que hacemos y emprendemos fracasa, pero sobre todo cuando se pierde la Fe. Aunque parezca raro, el suicidio es más frecuente entre los intelectuales que entre las personas ignorantes.

En el Japón, hasta hace poco tiempo, era un deber ineludible practicarse el hara-kiri si se había perdido el honor, es decir, fallando en cualquier cosa que se hubiese impuesto.
Los sufridos románticos son también candidatos a volarse la tapa de los sesos. Lo que no me queda muy claro es saber si el suicida es un valiente o un cobarde.        

Lo que si les aseguro es que no lo pienso comprobar personalmente, prefiero vivir con la duda.

"Los hombres llaman a la muerte ausente, más no la quieren ver cuando presente".

 El oído del moribundo
Afirman los entendidos que cuando alguien esté cerca de un moribundo deben cuidar mucho sus palabras, porque el último sentido que se pierde es, precisamente, el del oído.
Qué curioso, al revés que cuando estamos sanos.
Las personas llenas de vida suelen, con frecuencia, olvidar que tienen oídos y tan sólo una boca, esto es para que comprendamos que es necesario escuchar más y hablar menos. Lo contrario de lo que generalmente hacemos.

Decimos que hablamos con nuestros hijos cuando en realidad lo que tenemos es un monólogo, sin dejarlos que intervengan; solitos nos contestamos. No pocos maestros nos enseñan, simplemente les encanta escucharse. Colgamos el teléfono de nuestra conciencia para no escucharla cuando nos habla de cosas importantes como la justicia social, la fidelidad, la honradez, el cumplimiento del deber y la responsabilidad. Tenemos que darnos cuenta, a tiempo, de que hablamos mucho y dejamos hablar poco. Tenemos que dejar de pensar que la mejor música para nuestros oídos son nuestras propias palabras y aprender, poco a poco, a escuchar a los demás. ¿A cuántas personas no hemos dejado con la palabra en la boca?  Al amigo que quería darnos un consejo. A los hijos en un momento crucial para ellos. Al joven por considerarlo insensato e inmaduro. Al anciano por considerarlo anticuado y acabado. Y todo por tratar de imponer en vez de convencer.
Poco aprendemos de la vida, entre otras cosas porque no sabemos dialogar, y pocas veces intercambiamos ideas con los demás. Tal vez, tan solo tal vez, esta sea la razón fundamental del por qué antes de morir se afine nuestro oído y nos resistamos a perderlo, porque, aunque tarde, nos damos cuenta de lo mucho que hemos perdido.
 
¡Hasta el próximo!...