Un cuento con perfume de...

Un joven en edad de casarse se enamoró de una mujer de Tlacolula. Buen amigo de sus vecinos, calzaba huaraches nuevos cada tres meses y tenía fama de honrado y trabajador. La muchacha correspondió a sus requiebros y sin haber impedimento para la boda se casaron. Se fue a vivir al pueblo a donde ella pertenecía.
No sabía que su esposa era Nahual, coyota hembra. Cuando ella le confesó su naturaleza, él, bajo el influjo del amor no le dió importancia. Cuando le dijo que podía convertirlo en coyote y estar todo el tiempo juntos, aceptó de inmediato. Lo llevó al claro del bosque en donde se convirtió en animal, junto con otros.

La jauría asaltaba los corrales para robar chivos, cerdos y vacas que devoraban crudos. La rapidez era necesaria para correr grandes distancias. Al muchacho le costaba trabajo caminar descalzo, no sabía comer carne cruda. Lo molesto era que entre los coyotes no había respeto; todos los machos olían a su mujer sin que ella lo impidiera.
En una de sus correrías, pasaron por su pueblo natal. El joven vio que su mejor amigo al juntar leña dejó colgada una red con tortillas en la rama de un árbol. Era tanta su hambre, que sin importar la amistad, decidió robar. Al darse cuenta el honesto trabajador de que un coyote flaco y enteco se llevaba el almuerzo, tomó su machete y lo persiguió por el campo mientras gritaba; "animal, tú no sabes lo que es trabajar para ganarte el pan".

El muchacho se la pasó cavilando. Pensaba en el trabajo, en la honradez, en la fidelidad de una mujer. Decidido, le dijo a su esposa; "quiero ser humano otra vez". Ella accedió de mala manera y lo llevó al claro del bosque. Cuando volvieron a tomar su forma humana el hombre la mató.
Así pudo acabar con su problema y regresar a su pueblo para vivir como un hombre ejemplar: Honrado y trabajador.

¡Hasta el próximo!...