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Nombre: Mr. Woodstock
Ubicación: México, Distrito Federal, Mexico

Escritor, Publicista, Consultor, Aventurero, Alegre, Amigable, Filósofo.

martes, octubre 23, 2007

El oído del moribundo

Afirman los entendidos que cuando alguien esté cerca de un moribundo deben cuidar mucho sus palabras, porque el último sentido que se pierde es, precisamente, el del oído. Qué curioso, al revés de cuando estamos sanos.
Las personas llenas de vida suelen, con frecuencia, olvidar que tienen oídos y tan sólo una boca, esto es para que comprendamos que es necesario escuchar más y hablar menos. Lo contrario de lo que generalmente hacemos.

Decimos que hablamos con nuestros hijos cuando en realidad lo que tenemos es un monólogo, sin dejarlos que intervengan; solitos nos contestamos. No pocos maestros nos enseñan, simplemente les encanta escucharse. Colgamos el teléfono de nuestra conciencia para no escucharla cuando nos habla de cosas importantes como la justicia social, la fidelidad, la honradez, el cumplimiento del deber y la responsabilidad.

Tenemos que darnos cuenta, a tiempo, de que hablamos mucho y dejamos hablar poco. Tenemos que dejar de pensar que la mejor música para nuestros oídos son nuestras propias palabras y aprender poco apoco a escuchar a los demás.

Cuántas personas hemos dejado con la palabra en la boca: Al amigo que quería darnos un consejo. A los hijos en un momento crucial para ellos. Al joven por considerarlo insensato e inmaduro. Al anciano por considerarlo anticuado y acabado. Por tratar de imponer en vez de convencer. Poco aprendemos de la vida, entre otras cosas porque no sabemos dialogar, y pocas veces intercambiamos ideas con los demás.

Tal vez, tan sólo tal vez, esta sea la razón fundamental del por qué antes de morir se afine nuestro oído y nos resistamos a perderlo, porque, aunque tarde, nos damos cuenta de lo mucho que hemos perdido.


¡Hasta la próxima!...