SOY GRANDE

¿Me deja tocar su perro?

Un chiquitín estiraba su manita tratando de acariciar al "Hunter", que se dejó tocar sin la menor protesta.

Claro, acarícialo, le dije.

La joven madre, distraída, indiferente, no miraba al niño que, tierno, abrazó y plantó un beso en la cabeza de mi perro. Con suavidad lo aparté de mi mascota, pues algunos adultos no soportan tamaña acción.

En nuestras esporádicas vueltas por el parque, lo había observado: sentado siempre junto a su madre, quieto y calladito.

Él tiene mamá?, volvió a preguntar refiriéndose a mi perro.

Me quedé sorprendido.

Sí, claro que sí.

¿Dónde está?

Bueno, el perro ya es grande y ya no vive con ella.

El pequeño nos miró un rato y suspirando comentó:

Quisiera ser grande y tener un perro.

El grito de la madre, llamando al niño, nos interrumpió.

Él se alejó y yo, desconcertado, me quedé pensando:

¡Soy grande y tengo un perro!

El travieso y alegre "Hunter"

¡Sean felices!