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Nombre: Mr. Woodstock
Ubicación: México, Distrito Federal, Mexico

Escritor, Publicista, Consultor, Aventurero, Alegre, Amigable, Filósofo.

martes, mayo 08, 2007

Entre sueños
A veces, en la noche tan vasta en insomnio, escribo, sólo-por-escribir, algo, lo que sea, sólo por fatigar mis dedos o por cansar este pensamiento que me mantiene despierto; escribir, para mi, es una manera de combatir la ansiedad. Ibargüengoitia se lo sabía muy bien, decía que:
Los insomnes son gente que vive cultivando el sueño.

Y dale, de pronto me encuentro frente al teclado y, ¿ahora qué, que escribo? Entre palabras y figuras fugaces, recordé que hace años leí un estupendo libro del Padre Coloma, pequeñeces.

En éste, se describe lo mucho que descuidamos las cosas insignificantes que tanto valen y, que por descuido se pagan a veces precios muy altos.
En el matrimonio, si la esposa y el esposo cuidaran los pequeños detalles como darse un beso antes de salir cada quien hacia su trabajo, una llamada a media tarde; alabarse mutuamente frente a los amigos, evitando las críticas y los reproches, estoy seguro que el índice de divorcios disminuiría notablemente, que en no pocas ocasiones se deben precisamente a estos pequeños detalles que, acumulados, se convierten en tragedias.

La enfermedad, la pasión y la gordura no se logran de golpe, se van formando poco a poco. Comemos mucho hoy y mañana y pasado, y casi sin darnos cuenta, cuando nos pesamos, la báscula nos indica que hemos aumentado de peso en forma exagerada.
Una copita hoy y otra después, ha hecho alcohólicos a mucha gente.
Los grandes problemas se resuelven por sí solos; es en lo insignificante donde se puede caer para no levantarse jamás.

De los pecadotes nos arrepentimos fácilmente, nos asustan, nos horrorizan. En cambio a las "pequeñeces" ni caso les hacemos,
¿Qué tiene de malo hablar de la gente, si todos lo hacen?
Decir una mentirilla es natural. Fanfarronear y hablar nomás por hablar.
¿A quién le puede dañar una "mordida" para acelerar tal o cual asunto?
Callar cuando deberíamos hablar, justificándonos de que somos prudentes.
No poner remedio a los males con tal de llevar la fiesta en paz. Ser cobardes ante tantas y tantas cosas. Si hay que sacrificar a alguien para triunfar, allá ellos por dejados.
Convertirnos en reyes del "yoyo", primero Yo y siempre Yo.
Exigimos que nos respeten pero nosotros, a veces, nos metemos en la vida privada de los demás.

Para acallar nuestra conciencia pensamos que todo esto no son más que "pequeñeces" que no nos deben preocupar.
Nos mentimos a nosotros mismos convenciéndonos de que somos nuy buenos, porque no matamos, no robamos, vamos a misa todos los domingos y no somos tan malos como los demás.
Desde que se inventaron las excusas todos somos santos.
Sin embargo, por esas "pequeñeces" que, juntas, pesan un titipuchal, piensa, amigo mío, que tú y yo nos podemos joder.

La realidad ocurre de noche, cuando soñamos.


¿Ya amaneció?