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Nombre: Mr. Woodstock
Ubicación: México, Distrito Federal, Mexico

Escritor, Publicista, Consultor, Aventurero, Alegre, Amigable, Filósofo.

viernes, noviembre 23, 2007

Para leer en el Metrobús

La fuga
Los latidos de los perros rasgaron la suavidad de la huída y el hombre moreno tomó de la mano a la mujer morena y corrieron en medio de la pradera. Pronto escucharon el estruendo de los cascos de los caballos y los gritos de sus perseguidores.
-¿Escuchas los latidos de los perros? -dijo la mujer.
-Se están acercando -respondió el hombre.
-¿Qué hacemos?
-No te quedes parada. ¡Vamos!
Y la pareja se precipitó por el monte, apartó con sus brazos las ramas oscuras y se deslizaron por el túnel de la noche.

El hacendado, ojos grises de cazador nocturno, se levantó sobre los estribos y gritó:
-Los latidos de los perros se oyen en dirección al mar. Tratan de llegar a la playa. Luego hizo un disparo y consiguió una respuesta unánime de escopetazos.
La mujer cayó exhausta entre la hojarasca. Con sus grandes ojos negros le dijo a su hombre que la dejara, que mientras a ella la devoraban los perros, él podría llegar hasta el mar. El hombre tomó otra vez la mano de la mujer y reanudaron juntos la huída. Las dos sombras trotaron, luego galoparon mientras oían el andar taimado de los caballos y la rabiosa alagarabía de los perros.

El hombre sonrió cuando fue tocado por la espuma y estalló en una vibrante carcajada cuando descubrió la candela de la barca que los esperaba. Corrieron sobre la playa húmeda, dejaron a un lado el dolor y los calambres y con las bocas abiertas, resecas y anhelantes, con los cuellos tensos, se zambulleron en el aire. De pronto el hombre se detuvo en seco, miró hacia la barca y con rostro ensombrecido, dijo:
-¿Y esos latidos?
La mujer tomó la mano del hombre, la posó sobre su pecho latente, y exclamando le revela:
¡Son los de mi corazón!


¡Hasta el próximo!...